CORVA YANINA

Las formas de llegar a un libro son tantas como autores, editores y lectores haya. Lo que es común a cualquiera de esos encuentros es que cuando una obra literaria se cruza con aquel que va a leerla se entabla una relación de a dos que no permite -al menos durante el tiempo que dure esa relación- la intromisión de nada ni de nadie. Y así, uno entra a la obra con el bagaje que trae en las mochilas de la mente y el alma y sale con ese contenido cambiado. Más pesado, más liviano, acomodado de otra forma o en un caos absoluto.

Salir de Corva, el poemario de Yanina Giglio, no es tarea fácil. El dolor de las palabras volcadas en sus textos se mete bajo la piel del lector. Sanar, una palabra que hoy se utiliza tanto y muchas veces sin sentido, recobra su verdadero significado en los textos de Yanina. Sanar los dolores infringidos por la vida. Cicatrizar las heridas que el camino transitado provocó. Curar, sanar, cicatrizar, todo a través de las palabras, de la narración en forma de poema.