JUGADOR, EL JUEGO
Las reescrituras de Leónidas Lamborghini no son “glosas” sino “reescrituras”, o sea operaciones mayores del discurso poético y, como tales, están atravesadas por mecanismos de destrucción verbal que resultan impresionantes. En todas es como si el lenguaje, a través de marcas mínimas que se abren paso en el papel, estuvieran mostrándose como gestación de la realidad. Las palabras rotas, cuyos fragmentos se niegan a desaparecer, hacen el dibujo de una conflagración en cuyo final un principio reconstitutivo llega a dominar la escena, brumas del origen, centro en que la dialéctica, el no y el sí, es como un horno, el fundamento en el que la poesía se cuece y entrega su testimonio. Noé Jitrik Pocas veces vemos a un escritor renunciar a ?la consagración? para enfrentarse a lo nuevo que él inventa y al infinito que está ahí. El jugador, el juego es una pequeña pieza de cámara que cuenta la desesperación y la alegría, las dos cosas sostenidas al mismo tiempo del que está solo en el viaje. Hugo Savino